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EFE - Pekín
05/08/2014
El último accidente laboral en China ocurrido en una fábrica metalúrgica ha vuelto a poner en evidencia la falta de medidas de seguridad en las plantas de la segunda economía mundial, donde los controles son escasos y las firmas tienden a ignorar los estándares en pos de un mayor beneficio.
El sábado, 75 trabajadores murieron y unos 185 resultaron heridos al verse atrapados por el enorme fuego que se desató en un taller de pulido de llantas de ruedas en una fábrica del este de China, al parecer, al encenderse una llama en un espacio donde había concentrado polvo altamente inflamable.
Las investigaciones de las autoridades han determinado que se trató de una negligencia, y que la compañía taiwanesa, especialista en piezas de automóviles y proveedora de numerosas firmas estadounidenses como General Motors, había ignorado en repetidas ocasiones las advertencias sobre la posibilidad de un accidente de esta envergadura.
Tanto el diseño como la construcción de los edificios de la fábrica no cumplían con la normativa de seguridad, ya que el taller contaba con demasiadas líneas de montaje, había escasez de sistemas de ventilación y eliminación de polvo inflamable, y el sistema eléctrico era deficiente, según confirmaron las autoridades, quienes, no obstante, no han publicado detalles de los controles que se han hecho a la misma.
La explosión no es un caso aislado y evidencia un grave problema que se extiende por todos los sectores y en todo el país asiático, según coinciden organizaciones en defensa de los trabajadores.
"Los peligros en los lugares de trabajo son conocidos en China, pero los empleadores sistemáticamente los ignoran y priman los beneficios empresariales en detrimento de la salud y seguridad de sus trabajadores", afirma el director de comunicaciones de China Labour Bulletin, Geoffrey Crothall.
Según las autoridades, cada año se producen unas 70.000 muertes en accidentes industriales, pero el número real "es muy superior", ya que muchos accidentes no se registran o son "cubiertos", explica Crothall a Efe.
En algunos sectores, como el del carbón, el número de accidentes y víctimas mortales ha descendido "algo" pero aún hay "mucho camino por recorrer", destaca.
Para Kevin Slate, coordinador de Programas de China Labour Watch, la situación no ha mejorado lo más mínimo: "Las explosiones por polvo inflamable continúan a pesar de que han estado ocurriendo durante años".
Según los datos de su organización, las víctimas mortales en la explosión ocurrida el fin de semana supera en más del doble al total de las registradas en todos los incidentes de este tipo ocurridos desde 2009.
El experto de China Labour Watch considera que la causa reside en la actitud de las propias compañías, que trabajan con márgenes muy reducidos y quieren reducir los costes al mínimo, como apuntaba Crothall, pero también en el rol de las autoridades.
"Las autoridades realizan inspecciones a veces y, en muchas ocasiones, saben que se están produciendo violaciones de las normas de seguridad y no hacen todo lo posible para erradicarlo", detalla a Efe.
"El problema principal es que las regulaciones supuestamente deben ser forzadas por las autoridades locales, pero a éstas a menudo les interesa impulsar la economía en la zona y hacen la vista gorda", explica por su parte Crothall, de China Labour Bulletin.
Tras la envergadura de lo ocurrido en esta última explosión, el Gobierno de Pekín ha ordenado inspecciones en todas las fábricas del país, sobre todo en aquellas que posean fuentes de ignición potenciales, una medida que puede ayudar a erradicar el problema si se realiza de manera continuada.
No obstante, las organizaciones también apelan a las grandes compañías a las que proveen empresas en China, como General Motors en este último accidente, cuya presión puede suponer un cambio "real", pero también a la necesidad de crear sindicatos laborales que sean efectivos en el país.
"Si la fábrica (del accidente) hubiera tenido un sindicato útil, los trabajadores hubieran tenido voz para reclamar mejoras en las condiciones de trabajo", considera Slaten, para quien un organismo de este tipo que funcione correctamente y sin presiones, hasta ahora inexistente en China por sus lazos políticos con las autoridades, puede ser "la solución a largo plazo". Tamara Gil